Cuando lo kitsch se encuentra con lo clásico

Bolas disco, candelabros colgantes, cortinas de terciopelo rojo y una torre de copas de champaña digna de una película de Marilyn Monroe. En Proyectos Públicos nos encargamos de conceptualizar y ejecutar una boda kitsch y clásica en uno de nuestros recintos principales: General Prim.

Desde el inicio, Hailey y Preston (la pareja) tenían algo muy claro: querían una celebración que se sintiera tan única como su historia. No buscaban un solo estilo ni una fórmula segura. Querían contar una historia, con humor e ironía, pero sobretodo, con intención. 

Quisimos salir de lo convencional desde el spot en que se llevó a cabo la ceremonia: las escaleras principales de General Prim. Vestimos el espacio con una instalación de follaje suspendido que bajaba desde los barandales del primer piso. Telas blancas caían como un telón teatral y se entrecruzaban, mientras que orquídeas blancas adornaban sutilmente los escalones de las escaleras. En esta escenografía casi teatral, la pareja intercambió sus votos frente a sus más cercanxs. Al ver las fotos de la ceremonia, pareciera que todo ocurrió naturalmente en blanco y negro, como si el fotógrafo hubiera capturado la escena tal cual, sin necesidad de edición.

Mientras los invitados subían al cóctel en el Salón Rosa, transformamos el espacio de la ceremonia en tiempo récord. Donde hacía menos de una hora había filas de sillas, montamos mesas largas vestidas con rosas blancas, candelabros antiguos y copas adornadas con moños. Queríamos que la cena conservara el mismo espíritu clásico y atemporal de la ceremonia. Durante la sobremesa, alguien del equipo escuchó a un invitadx decir que así debían verse las cenas en esa casa hace cien años.

Terminando cena, discursos y primer baile, los invitados pasaron a la parte trasera del patio para comenzar la fiesta. 

Éste fue el lienzo para que lo kitsch y atrevido cobrara vida: decidimos vestirlo con cortinas y alfombras de terciopelo rojo. Lo acompañamos de un cisne de hielo, anturios y rosas rojas.  Nuestra intención fue hacer un guiño al glamour setentero y a los salones de fiesta de antes. Las bolas disco y la iluminación hicieron el resto.

Como la casa, (con sus huellas y cicatrices producidas por el tiempo) el setting de la habitación no buscaba perfección sino autenticidad.

Hayley y Preston nos recordaron que lo clásico y lo irónico no se excluyen: pueden convivir, dialogar y, con intención, dar lugar a experiencias tan únicas como personales. Nos encantó explorar este punto de convergencia.